Sector pionero en el establecimiento y respeto de estrictos criterios de sostenibilidad en su cadena de suministro, la bioenergía se ha convertido en la única fuente de energía afectada de manera legal por los criterios obligatorios de sostenibilidad, algo que no se encuentra de manera equivalente en ninguna otra energía, material o producto alimenticio, y que la posiciona, automáticamente, en el ojo del análisis que puedan suscitar los REDII implementados por la Comunidad Europea que comenzarán a tenerse en cuenta a mediados de 2021.
Portadores de garantías extraordinarias en el uso de la biomasa como fuente de energía para los ciudadanos europeos, el sector acogió con satisfacción y responsabilidad desde el primer momento dichos criterios, pues consolidaban el papel de la bioenergía en la mitigación del cambio climático y transmitían tranquilidad a los usuarios e inversores.
El uso de bioenergía en ningún caso conduce a la deforestación. De hecho, contribuye a todo lo contrario.
En los bosques crecen árboles demasiado pequeños, deformes o enfermos para ser aprovechados por las industrias de transformación de la madera, pero que se pueden emplear para generar energía de forma sostenible.
El presidente de AVEBIOM, Javier Díaz, considera que retirar estos árboles, “es totalmente necesario para mantener las masas forestales en condiciones óptimas de conservación, almacenar y secuestrar carbono de manera continua y reducir el volumen de combustible susceptible de facilitar o agravar los temibles incendios forestales o las plagas”.
El sector forestal tiene claro que destinar los árboles de bajo valor a generar energía renovable que sustituye a los combustibles fósiles permite costear parte de los trabajos de mejora de las masas forestales europeas a medio y largo plazo.
Según las últimas cifras de la FAO, la superficie de los bosques europeos ha aumentado en un 47% desde 1990: en los últimos 30 años, la cobertura forestal se amplió en 482.000 hectáreas anualmente. Esto equivale a 1,3 campos de fútbol por minuto.
El uso de biomasa ha aumentado a lo largo de las últimas décadas gracias al más eficiente aprovechamiento de los residuos y subproductos de las industrias forestales.
Un hecho que algunos divulgadores y lobbies europeos desconocen es que el porcentaje de aprovechamiento de madera con fines energéticos se ha mantenido estable en el tiempo: el uso de leña en equipos poco eficientes ha evolucionado en pocos años a un uso moderno de biomasa estandarizada en equipos automatizados y de alta eficiencia.
Algunos artículos periodísticos sugieren que se deben dejar los residuos forestales en el suelo para que se descompongan lentamente, lo que resulta absurdo, ya que el CO2 terminará igualmente en la atmósfera y sin sustituir las nocivas emisiones generadas por los combustibles fósiles.
Es indispensable en la transición para abandonar los combustibles fósiles en los sectores de la electricidad y la calefacción: en 2018, la bioenergía en la UE28 registró 310 MtCO2 eq en ahorros de emisiones, equivalente a alrededor del 7% de las emisiones de GEI en ese año.